miércoles, 28 de marzo de 2012



La Zulianidad: El orgullo de nacer en esta tierra 
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Una puesta de sol que convierte el azul del cielo en naranja, un repique de tambora, el sonido de la bocina de un cepilladero, una plegaria a La Chinita, el voseo que fluye en una conversación y hasta el olor a plátano frito son aspectos que conforman la zulianidad. Cada una de estas imágenes y muchas otras más están arraigadas en la mente y en el corazón de los pobladores de esta tierra, provocando en ellos un sentimiento de amor por sus raíces y de orgullo por pertenecer a este estado. Desde pequeño un zuliano adquiere costumbres únicas de la zona y va creciendo realiazando de actividades que sólo aquí se hacen, las cuales marcan en él una característica común con todos sus coterráneos, que los une y a la vez los diferencia del resto de la población nacional. Ser zuliano significa ser dicharachero, hacendoso, espontáneo, parrandero y hasta un poco presumido, cualidad que quizás tiene por estar al tanto de que forma parte de un territorio agraciado. Celebrar la zulianidad, cada 28 de enero, es exaltar el cariño por lo propio, por las costumbres, por las tradiciones, y por todos los elementos espirituales y de origen, compartidos por quienes nacieron dentro de los límites del Zulia. A continuación se presentan los rostros de quienes con su labor -repetida por muchos otros- contribuyen a fortalecerla. Con fórmula secreta Desde hace 18 años el señor Jorge Luzardo se dedica a perfeccionar una "fórmula secreta" que atrae a más y más adictos. Junto a su esposa, Ada Semprún, realiza y vende diariamente entre 800 y mil cepillaos y decenas de dulces típicos zulianos que "deleitan el paladar de los de aquí y también el de los visitantes". Las recetas de los dulces, en los que predomina el de lechosa con piña, los huevos chimbos, el limonzón y el chocho'e vaca, son originales de los abuelos de su esposa, quienes también vendían en Mene Grande. Mientras que los cepillaos -cuya base es de mantecado pero existen en una gran variedad de sabores- son el resultado de muchas pruebas que dieron origen a una receta "única" y propia de Luzardo, quien la ha compartido sólo con su familia. "A la gente le gusta los cepillaos de mi negocio (El Cangurito) porque mantengo la calidad y el gusto no se pierde, siempre es el mismo. Por ahí tengo en cuidados intensivos dos sabores nuevos que los voy a sacar al aire en los mejores meses que son entre marzo y agosto". Para él la zulianidad son "las costumbres del pueblo" y afirmó que su labor forma parte de este término porque "es una tradición de la gente venir a comer dulces y cepillaos". Tallando el recuerdo Su arte la aprendió siendo sólo un ayudante, luego se especializó con un curso de ebanistería artesanal que le permitió mejorar la técnica; Ignacio Morales, de 39 años, se destaca por confeccionar fachadas de casas en madera que evocan las tradicionales construcciones de los sectores El Empedrao, Santa Lucía o el Saladillo. Hacer una casa grande, de casi un metro de alto, le puede tomar toda una semana porque los detalles son tallados "cuidadosamente" a mano. El oficio, con el que mantiene a su esposa y a su hijo, le gusta "mucho por lo difícil que es trabajar las piezas, sobre todo al comienzo". Afirmó que la zulianidad es "todo, y es ser del Zulia", por lo tanto su trabajo "indudablemente" forma parte de ese todo, ya que "cuando alguien compra una casita se está llevando un recuerdo de cómo es y cómo fue la ciudad. Hago casas que existen o que existieron, porque lamentablemente todas las de por aquí se están cayendo y nadie intenta conservarlas". Desde hace 14 años Morales es miembro de la sociedad religiosa Servidores de María, a la cual se unió por "devoción" y porque siempre le había parecido algo "grandioso cargar en los hombros a la madre de Dios". Entre chistes Luego de un par de "chistesitos" Amílcar Del Villar recordó que comenzó "de lleno" en el mundo del humorismo, hace 15 años cuando formó parte del grupo Montuno, integrado por "gente humorista" como Javier Vertel, Osías Acosta, Francisco Salazar y Reinaldo Valladares. Desde pequeño le contaba a sus tías los chistes que aprendía en la escuela o en la televisión. "Me gusta mucho esto porque así es mi temperamento, alegre. Y gozo echándolos porque me da risa desde que me imagino las situaciones". Dijo que Maracaibo se presta para el humor porque el pueblo saca un chiste de cualquier anécdota. "Somos muy ocurrentes, eso se evidencia hasta en un carrito por puesto a las 3.00 de la tarde donde los cuentos graciosos salen espontáneos". El término zulianidad para él es la suma de las costumbres de toda esta tierra y aseguró que los chistes forman parte de ellas porque "el humor le brota por la piel al zuliano. Es algo natural que lo caracteriza en todo el país". 

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